viernes, 4 de julio de 2014

Del Whatsapp, sus emoticonos y otras locuras tecnológicas

Usamos Whatsapp. Continuamente. “Llego un pelín tarde”, “No me esperes a cenar”, “Cuándo piensas llamarme, querido?”… son algunas de las frases que clonamos constantemente en nuestros móviles. Hace unos meses, durante una conversación tonta con unos vinos delante, nos dimos cuenta de algo. Y lo comentamos. Y nos reímos de ello.

Todos tenemos, por defecto, una parrilla de emoticonos en Whatsapp que son los que más utilizamos. El Sr. Whatsapp nos facilita la vida y nos los pone delante de las narices de primeras, para que no tengamos que buscar entre tanto dibujito y así volvernos un poco menos locos. Pues bien, ese ranking de smileys, lagrimitas, caras de enfado, caras tristes, etcétera, refleja un poco (bastante) nuestro estado de ánimo. El tema puede provocar ciertas risas, y parece ridículo, pero párate a pensar un momento… Pasamos días muy guays y estamos muy contentos, y los primeros puestos del ranking son ocupados por sonrisas, soles, lunas, señoras flamencas, jarras de cerveza… Cada uno con lo suyo. Y en cambio, cuando pasamos días o épocas más jodidas, éstos son ocupados por caritas tristes, de enfado, hasta con lagrimitas.




Normalmente no nos paramos a pensar en este tipo de cosas. Las integramos en nuestro día a día de una manera tan rápida que ni siquiera somos conscientes de ellas. Vale, quizás es un poco freak que hayamos llegado a este punto. Pero entiéndenos, el vino también ayudó a ello. De hecho, hace unos cuantos años nos parecían súper modernas y de tecnología punta las pantallitas táctiles de los cajeros automáticos y ahora son lo peor con lo que tenemos que tratar en nuestro día a día. Estamos perdidos si estamos 5 horas sin batería. No nos enteramos de los planes de los amigos, no vemos las nuevas fotos de nuestro sobrino pequeño que vive en Quintanilla del Duero y ha aprendido a decir “caca”, no encontramos a nuestros colegas en una terraza del barrio de Gracia si no nos mandan la ubicación… Y bueno, ni qué decir tiene el boom de aplicaciones de ligoteo que geolocalizan a las posibles presas más cercanas y te ofrecen la posibilidad de tener whatever you want, right here, right now. Pero de este tema hablaremos otro día (porque da para escribir un libro entero…). Todos sabemos que hoy en día… ¡Hasta la abuela tiene Whatsapp!

Y hablando de abuelas, el otro día nuestra amiga Lali nos enseñó una foto que nos enamoró. Fue el 90 cumpleaños de su yaya (si, 90, has leído bien) y, con un par, en la comida de celebración con toda su familia al completo, ella invitó a sus nietos a ponerse de fondo, cogió el móvil e hizo una usie (selfie en grupo) para cagarse. Un encuadre perfecto, sin temblores ni movimiento, ¡y hasta con un efecto! WTF!!! Es para comérsela, ¿o no? (nosotros nos la comeríamos hasta sin patatas…)


Estas cosas, inimaginables hace un tiempo son, a día de hoy, de lo más habitual. Quizás en el futuro los/as psicólogos/as del mundo empiecen a fijarse en los emoticonos del Whatsapp para ayudarse a dar un diagnóstico de sus pacientes.

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