jueves, 30 de julio de 2015

Cuéntame un cuento (y verás que contento...)



Contar. Contar cómo te fue aquel viaje tan espectacular que hiciste a las Maldivas. Y qué chulo era el hotel y qué majo el recepcionista. Y cómo de transparente era el agua del mar. Y cuantos margaritas te tomaste. Y cómo te encontraste a Jhonny Depp en aquel chiringuito y te invitó a una copa (vale, aquí me he flipado, pero podría ser). Contar cómo te dejó tu novio y volvisteis a empezar. Contar como tu amiga te dejó tirada aquel día porque tenia que ir a no-se-qué cena no-sé-donde. Contar cómo te lo pasaste de bien en aquella barbacoa, y cómo te tropezaste y sin querer te caíste a la piscina. Y contar tus penas y tus alegrías. Y contar, contar y contar.

Contar es lo que nos hace más humanos. Nuestra vida, como dicen, se mide por los momentos vividos, y estos son los que nos hacen especiales. Se trata de compartir nuestra historia, porque todos tenemos una.





Desde siempre, la publicidad de las marcas ha sido fría y seria: te enseño mi súper producto, te canto las 5 características súper fabulosas que tiene y que lo hace súper diferente de los demás y venga, a comprar.

A mediados de los noventa los profesionales de la publicidad se dieron cuenta que esto tenía que cambiar, y aquí es donde apareció el Storytelling como estrategia, como técnica de comunicación, de control y de poder.

¿Que en qué consiste el Storytelling? Mas fácil imposible. Es, simplemente, el arte de contar historias. De contar. Como te hemos comentado antes. Las grandes marcas empezaron a contar en sus anuncios historias increíbles. Y esto, amigo/a, hizo que entre las personas y las marcas se creara un vínculo emocional.

La explicación científica (para que me creáis y no penséis que me lo invento todo) es que cuando se trabaja con datos (como los anuncios que se hacían antes de los noventa), solo las partes dedicadas al lenguaje son las que se activan. En cambio, cuando se cuenta una historia, no solo se activan estas partes, sino también otras estrictamente relacionadas con tus recuerdos y tus experiencias. Por esta razón, la clave de la comunicación de las marcas basada en el Storytelling está en conseguir que el receptor de sus mensajes vea, a estas marcas, como algo propio y que forma parte de su vida.
No se venden solamente productos o servicios (una simple lata, o unas simples bambas), sino que se venden historias reales: historias con un poder emocional y de identificación tal que se traducen en que el receptor confíe en esas marcas, generando un sentimiento de pertenencia: una lata que destapa tu felicidad, o unas bambas que te animan a hacer lo que quieras y como quieras. Porque sí, porque tú eres muy guay y estas marcas te hacen más guay todavía (o eso te hacen creer, claro).





Internet y las nuevas tecnologías han sido un punto a favor (o en contra a veces, pero muy poquitas) en esta nueva forma de plantear la publicidad y la comunicación. Típico ejemplo: es 15 de junio y tu estás tan tranquilo tomándote unas birras con tus amigos y te avisan de que ya ha salido el nuevo anuncio de Estrella Damm. Se para el mundo durante unos segundos. Nervios, porque todos tenemos ganas de saber qué va a pasar y sabemos que este anuncio súper veraniego e idílico va a tener una historia que va a marcar nuestro verano. Lo miras y… decepción, como siempre. Pero llegas a casa y todo el mundo lo ha compartido, comentado, publicado en sus muros de Facebook y hasta se han aprendido la canción en 5 minutos (porque nos han dicho que, de nuevo, va a ser la canción del verano).


Life is life, amigos. Y black is black. Pero como he dicho antes, todos/as nos sentimos identificados y queremos compartirlo con los/as nuestros/as. Y como las historias de Damm, todas las que nos gustan. Porque los publicistas hemos sabido ir más allá y hemos conseguido que os enganchéis al mundo de las historias, que es por el que cada uno/a de nosotros/as vivimos y somos.