Nos relacionamos. De eso no hay
duda. Y además de diversas maneras. Últimamente hasta nos relacionamos más
virtual que personalmente. Eso nos preocupa de forma relativa, pero lo que si
hace es asustarnos un poco. Nos asusta por esa tendencia estúpida que tenemos
los seres humanos a la comodidad. Porque al final, lejos de cobrar un uso
práctico inmediato, las relaciones virtuales se expanden cada vez más. Y con
expansión nos referimos a que cada vez invertimos más tiempo en nuestras
relaciones de forma virtual que real. Y entiéndenos, no queremos decir que lo
virtual no sea real. Pero en cierto modo sí. Menudo lío.
Y no sólo invertimos más y más
tiempo en relacionarnos virtualmente entre nosotros/as (las personas), si no
que también nos relacionamos virtualmente, en sentido ascendente (y frenético),
con las marcas. Bancos, tiendas, restaurantes, mapas, buscadores de servicios,
diarios, etc. Un pequeño drama, vamos. Y lo consideramos drama porque, lejos de
utilizar estas herramientas como algo que nos una y nos acerque más al mundo,
resulta que le damos un uso dirigido en la otra dirección. Pero sobre las
relaciones virtuales que establecemos con fines comerciales hablaremos más
adelante. Bueno, quizás.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgVVUZYDtey8UeysLWHvKpGqmRZp4KXCirihShctx6ekvjYZPkQffmxGTr3WvofwBUYFsQba_Vt1uV3-i7Nxc9D0EUeMuBUKTPJ414XuCyw_D6WtvEaqyBSGhf0X_nsvx5kT7uiw897Vw4/s1600/telegram-vs-whatsapp.jpg)
Nos gustaría enfocar este post
acerca de la discusión entre lo virtual y lo real centrándonos en las
relaciones persona-persona. Y nos referimos tanto a relaciones que tenemos hace
tiempo como a nuevas que ya construimos basándolas en esa virtualidad. Desde
que las IT han sufrido esta evolución vertiginosa, hemos modificado nuestra
conducta relacional. Nuestros amigos se enfadan si llegamos 10 minutos tarde y
no hemos mandado un “wasa” para avisar. No nos encuentran si no mandamos la
ubicación del bar del Poble Sec en el que estamos. No compran un vino para la
cena en tu casa sin mandarte 8 fotos con 8 tipos distintos de Ribera del Duero
para ver cuál te gusta más. Nos felicitan poniendo una frase estándar en
nuestro muro de Facebook (a todos/as nos ha llegado ese mensaje rollo “Anda, ya
34? Si con la cara de teenager que
tienes parece que cumplas 26”. Claro, a los huevos tuyos…). Y si, obviamente
podemos pensar que eso no está tan mal. De hecho no lo está. Empieza a estar
mal cuando somos incapaces de buscarnos la vida de otra forma para llegar a
nuestro objetivo. Porque, entre otras, perdemos capacidad de sorprender. Y de
sorprendernos, por qué no, a nosotros mismos en cierta manera.
¿Qué no quiero asistir a tu cena
porque me da palo? Da igual, no voy a tener ni que afrontar una conversación
telefónica contigo para que me pilles la bola que te voy a meter. Te mando un
mensajito, por la red social que tenga más a mano, diciéndote que llevo tres
días con un catarro terrible y que, sintiéndolo mucho, no podré asistir. Y me
quedo tan ancho. Y no cuela en absoluto. Pero parece que hemos llegado a un
consenso generalizado (y no pactado) de aceptación de esta nueva forma de
comunicarnos. Porque al final, no nos engañemos, lo hacemos todos/as en algún
momento (como era aquello del “si a mi me lo hacen y trago, por qué no voy a
hacerlo yo y tragas también tú?”).
Pero al final, la forma de
relacionarse con los/as amigos/as de cada uno es, precisamente, de cada una de
las dos partes. Y hay una experiencia “no-virtual” que está por encima de
cualquier otro formato. Como decíamos anteriormente, nos asustan más las nuevas
relaciones que construimos en base a esa virtualidad. Tenemos 279 aplicaciones
de móvil para conocer gente (conocer gente… ehem!). Conocer gente de forma
directa con fines estrictamente “comerciales” (pero del comercio de la carne
humana), conocer gente que está conectada contigo a través de otras
aplicaciones de conexión como Facebook y que te unen en afinidades (un poco
rizar el rizo, no?), conectar con gente que acabas de cruzarte por la calle (el
colmo, no esperes a cruzártela por el barrio en 10 días, no. Bájate la
aplicación y localízala en 4 minutos), y un largo etcétera. Eso si, lo común en todas las aplicaciones es
que conectas con gente que tienes cerca. Debe ser por eso del archiconocido
“Connecting People” (qué listos los de Nokia que ya lo veían venir hace más de
10 años). Gente que tienes cerca pero, a la vez, tan lejos. Porque la cercanía,
amigos/as, no es algo físico solamente. Es algo emocional. Y ahí es,
precisamente, cuando empiezan nuestras serias dudas al respecto de la calidad
de dichas nuevas relaciones.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgBp8Oxy_8DBVg9w5XdeLvYojKw8PYp2HHzHK2U0MphV4K-knUit7_vO7fct8_ZZMHi5w_CCn6FZZNYQnoqY1H3DxLUaqb-bpeB0gUe4TansRZiCwVZHUrZbTXC6rP_1KMd2SHlYzt1UMU/s1600/Facebook+Retro.png)
Porque en lo virtual, proyectamos
más que explicamos. Y aclaramos: con lo virtual, al perder de una forma tan
descarada la espontaneidad, lo que hacemos es proyectar una imagen relativa a
nosotros. Una imagen de cómo nos gustaría que nos vieran, de cómo imaginamos
que le gustaría vernos a la otra persona, una imagen, al fin y al cabo, que no
suele ajustarse a la realidad, porque mandamos tantos mensajes que no dejamos
que quien tenemos en frente descubra cosas por mi mismo/a. Hasta que cruzas la
línea de lo virtual a lo real y te pegas el gran hostión. Hostión porque, en un
porcentaje alto de las ocasiones, la persona que tenemos delante no suele ser
la persona que hemos (o nos han) construido en la cabeza en la previa relación
virtual. No sé si nos explicamos o nos estamos haciendo la picha un lio. Y
finalmente, de lo que acaba uno/a dándose cuenta es de que invertimos tiempo y
esfuerzos en relaciones virtuales que de reales suelen tener más bien poco. Y
cuando las pasamos al terreno real, nos hacen aguas por casi todas partes.
Nos encanta que las tecnologías
nos acerquen. Y nos encanta la gente plana y sincera que sabe hacer buen uso de
dichas tecnologías. Nosotros, hace tiempo que nos dimos cuenta de esto y
tratamos de no proyectar al exterior una imagen de nosotros/as que no sea la
real, o lo más cercana a ella (no vamos a ir de flipados/as por la vida). Os
invitamos a hacer lo mismo. Si es que no lo hacéis ya, claro está.
PS – Sentimos haber estado
tanto tiempo sin escribir nada en el blog. No tenemos perdón de Dios. Pero… ¿Sirve de algo decir que hemos estado con un curro infernal? Esperamos que si. Y
perdón también por no poner ningún link al post. Pero la verdad, no hay mucho
tiempo… Prometemos que el próximo será más seguido y más currado.