Ahora lo tienes.
Ya no. Agárralo fuerte, que se te escapa. Sujétalo firmemente. Como si no
hubiera un mañana. Porque en realidad no sabes si lo hay. Aunque lo supongas.
Podría ser de
todo, ¿sabes? Podría ser, por ejemplo, que se acabara de ir un chulo de mi
casa tras unos roces graciosos. Desde luego, podría ser. Aunque nunca sabrás si
lo es o no. Y piénsalo... Tampoco es que te importe realmente, venga. Por mucho
que ahora te pique la curiosidad y lo quieras saber.
Las cosas (cada
uno que entienda lo que quiera por "cosas") van y vienen. Con mayor o
menor intensidad. Van y vienen continuamente, y lo más sorprendente es que muy
pocas se quedan. Aunque nunca te haya sorprendido esto (quizás porque ni
siquiera te lo has parado a pensar... ¿Me equivoco?) Va (y viene) tu último/
novio/a, tu último curro, tu última cerveza antes de irte del bar (o antes de
pedir tu primer gintonic). Va y viene el dinero, los momentos, las épocas. Van
y vienen el buen humor y los cabreos. Y las risas. Y los llantos. Va y viene la música de tu iTunes. Y las
series que sigues. Porque tú, como yo y como el resto de la humanidad, estamos
hechos de un ir y venir de cosas. Te guste o no.
Vas a un sitio. Vienes de un sitio. Vas de
culo. Vas de frente (con lo difícil que es ir de frente, ¿eh?). Vienes de dónde
vienes y no sabes a dónde te llevas a ti mismo/a. Pero aún así, vas. Aunque ir
implique un riesgo. Tú vas. Aún sabiendo que te la juegas... Acabas yendo. Y...
¿Te has preguntado por qué? Seguramente no. Porque no es relevante. Y lo sabes
(evitemos el meme fácil...).
Y a veces, sin embargo, sabes exactamente a
dónde tienes que ir. Aunque el no querer ir te dificulte el camino. Y no
siempre acabas yendo, porque siempre hay obstáculos por en medio (nadie dijo
que fuera fácil). Y también hay otras (veces, que no cosas) en que simplemente
vas por inercia. Por defecto. Porque hacía allí es hacia dónde van las cosas y
piensas (¿erróneamente?) que hacía allí debes de ir tú también.
De tu casa vas y vienes. Siempre. Y
finalmente, si te das cuenta, a lo largo del día con todas las cosas (como
estoy con las cosas...) vas y vienes. Y lo mejor es que ni te lo planteas.
Porque además no tienes que planteártelo. Es algo muy similar a respirar. O a
la erección. O al orgasmo. Cuanto más lo piensas, menos funciona. Y esa es una
de las virtudes que tenemos los humanos. Que tenemos la espontaneidad que nos
aporta ese punto de desconocimiento (si, mi querido/a amigo/a hipster, tú
también lo tienes...) que vive con nosotros escondido, sin DNI (pero con tu
ADN).
Y para nosotros, en nuestro curro y por
nuestra manera de ver las cosas (profesionalmente...) es una pena que las
marcas no jueguen tanto al parchís del ir y venir. Porque la vedad, nos encanta manejar a la perfección, aunque
sea en lo estrictamente en lo profesional, alguna qué otra ida y venida. O ida
de olla. Así es el loco y apasionante mundo de nuestra publi. Esta que queremos
recuperar desde nuestro lado más romántico.
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