martes, 5 de agosto de 2014

Prêt-à-porter

O lo que es lo mismo, “Listo para llevar”. Vamos, como un fast food. Ese es el término que utilizamos, desde la década de los 50, para definir la moda que se ve a diario en la calle. Y queda bastante lejos de esos modelos de alta costura que vemos en las más famosas pasarelas del mundo los cuales, en su mayoría, sólo se atreve a ponerse la Gaga.

Está claro que existen ciertos factores intrínsecos a la sociedad en la que vivimos, normas, patrones, costumbres, tradiciones, etcétera, que influyen directamente en el “prêt-à-porter”. No gozamos de total libertad a la hora de escoger cómo nos vestimos. Encontramos patrones que otros definen, y que además se van repitiendo, reciclando, reinventando… Ahora alguien decide que se llevan los pitillos. Y todos/as con pitillos. En un par de años se llevan de nuevo los pantalones acampanados. Cuanto más mejor. Y nosotros/as, como borreguitos/as, nos tiramos a las patas de elefante como  si estuviéramos poseídos/as. En realidad, al final nos comemos lo que nos echen. Quizás al principio no nos gusta mucho y hasta repudiamos. Pero al final todos/as acabamos luciendo alguna de esas prendas imposibles, a priori, para nosotros/as. Y hasta pensamos “oye, pues no me queda tan mal…”.



Pero también debemos tener en cuenta que hay otro tipo de variables que nos influyen a la hora de vestirnos. Bueno, quizás no de vestirnos. Influyen más bien en las marcas/fabricantes de “prêt-à-porter” que son quienes, al final, “deciden” qué es lo que tenemos que ponernos. Y a veces, estas marcas/fabricantes se ven influenciadas por el cine y el mundo de las series. Que muchos/as de nosotros sepamos, a día de hoy, qué son unos “Manolos”, se lo debemos a Carrie Bradshaw de Sex and the city. Recordemos también aquella (terrible) época en que a todos los teenagers nos dio por vestirnos de forma parecida a los protagonistas de Sensación de Vivir. ¿Cómo eran esos tupés imposibles que se hacían las chicas al más puro estilo Brenda Walsh? Parecía que llevaban en la frente un tobogán digno de cualquier parque acuático.

Como ya comentamos en algún post anterior, el nombre e imagen de nuestra agencia es un derivado de la serie Mad Men (ya os contamos en aquellos entonces acerca del Reverse Product Placement y esas historias mentales que nos hacemos los publicitarios). Pues dicha serie, que nos empujó a proyectar la forma en que nos mostramos al exterior en temas de imagen, ha influenciado también al mundo del “prêt-à-porter”. La responsable de vestuario de la serie, Katherine J. Bryant, ha vuelto a traer a nuestros días la moda de los años 60. Y lo vemos claramente cuando miramos un poco atrás y observamos la colección de otoño de 2008 del diseñador Michael Kors. Y también si vemos líneas de maquillaje lanzadas por firmas tan conocidas como Esteé Lauder y sus campañas de comunicación para persuadir a sus potenciales clientas. Otras firmas como Louis Vuitton, Dior, Prada, Banana Republic y hasta Tom Ford en una colección de gafas de sol también se han subido al carro de la fiebre generada por el look de los protagonistas de Mad Men.





En realidad, queridos y queridas, estas reflexiones sólo nos llevan a un sitio. Somos libres. Libres de vestirnos como queremos. Si, claro, créetelo tú... Como queremos dentro de las tendencias que nos marcan las firmas de moda y los grandes monstruos del “prêt-à-porter” como Inditex. Entonces… ¿Somos realmente tan libres? Preferimos no extrapolar esta “libertad” de la que disfrutamos a otros ámbitos más peliagudos como la política, los derechos o la información. Porque se nos ponen los pelos de punta. Piensa. O, por lo menos, trata de hacerlo de vez en cuando. Que es gratis.

No hay comentarios:

Publicar un comentario