Acabamos de cambiar de año.
Y, en consecuencia, acabamos de pasar una de las épocas más bonitas (y
agobiantes) del año: La Navidad.
Lejos han quedado los “hacia Belén va una burra, ring ring”,
los “fum, fum, fum” y demás villancicos populares que
todos/as hemos cantado de pequeños/as (cada uno/a los suyos), ya que los hemos
cambiado por los “All I want for Christmas is you” y los “Under the mistletoe”.
Y es que la Navidad ya no es
lo que era. Ya no sale el abuelo a rascar la botella de Anís del Mono ni los/as niños/as cantan villancicos con la pandereta para ganarse el
aguinaldo de los/as mayores.
En su lugar, los/as más
peques hacen coreografías de canciones de Selena Gómez y se encierran en su
burbuja a jugar con el iPad que les ha traído Papa Noel (esa tradición tan…
tan… tan… yankee, que además inventó Thomas Nast para Coca-Cola).
Y es que lo más importante en estas fechas ya no es el compartir y el estar
cerca de los nuestros, no. Lo importante es tener los últimos vaqueros de G
Star, llevar el mejor vestido a la cena de Navidad o lucir un Tag Heuer el día
de fin de año.
La televisión nos bombardea
a mensajes que nos inducen al consumo inconsciente e incontrolado (juguetes y
perfumes se llevan el premio gordo) y aquello de “blanca Navidad” ya no se
refiere precisamente a la nieve…
Hemos cambiado el modelo,
eso está claro. Y no está mal, ¿eh?. No es una queja. Tan solo una observación.
No es que el anterior modelo nos apasione, desde luego que no. Estamos a favor
del cambio de modelo. Lo que no tenemos claro es que el que hemos adoptado sea
el mejor. Estaría mejor que, por ejemplo, fuéramos capaces de acoger a alguien
que vive bajo un puente y le diéramos una Nochebuena familiar y con un buen
cabrito en la mesa. O que en vez de gastarnos una media de 235,00 € por españolen regalos,
invirtiéramos una parte de ello en beneficencia.
Pero no, la sociedad
consumista y el mundo que nos han construido (y que, no olvidemos, nosotros/as
hemos comprado con los ojos cerrados) no nos invita a ello. Lo importante es
que compremos, que deseemos algo, que lo pidamos a los/as nuestros/as para que
sepan qué queremos que nos regalen. Y de eso, nosotros algo sabemos. No en
vano, la Navidad es una de las épocas del año en que más trabajamos y más locos
nos vuelven las marcas para las que trabajamos. Y eso para nosotros es algo
bueno, ya que hacemos caja.
Pero por bueno que sea para
nosotros, creemos que hay que tratar de ver las cosas con perspectiva para
intentar que la Navidad nos haga un poco mejores en vez de un poco más
consumistas. Pensemos en ello.
Por un 2016 lleno de éxitos,
felicidad y cambios (a mejor).
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