martes, 22 de julio de 2014

Para hacer bien el amor hay que venir al Sur

… Para hacer bien el amor iré donde estás tú. Ese es el estribillo de este gran hitazo que Raffaella Carrà lanzó allá por el año 1978. Si le has dado al enlace, te habrás dado cuenta de que el videoclipno tiene desperdicio alguno. Debió ser muy revolucionario en su época, porque para aquellos entonces Raffaella estaba ya opositando para convertirse en la gran diva gay que es hoy en día (de hecho, últimamente se atreve a producir canciones disco como esta, que es de reciente cosecha). Y los bailarines del vídeo son buena muestra de ello. Sobre la letra, mejor no hablamos porque es, sencillamente, maravillosa. “Y si te deja no lo pienses más, búscate otro más bueno… Vuélvete a enamorar”. Claro señora, como si fuera tan fácil enamorarse.




Este temazo, se convirtió en la canción del verano aquel año. Y lo más sorprendente es que podemos seguir considerándola canción del verano en 2014. Por lo menos aquellos que hemos nacido del 80 hacia delante. El fenómeno de la “Canción del Verano” es espectacular. Y una muestra bastante clara de la simplicidad del ser humano (maldita simplicidad, en este caso por lo menos). Nos vale con un estribillo fresquito y pegadizo, una rima absurda y un baile facilongo de esos que hasta la Infanta (si, la que siempre va con retraso de las dos) es capaz de aprenderse. A partir de ahí, nos da igual que nos hablen de una barbacoa, de un tractor amarillo (WTF!), de la mayonesa o de un tal Del Pita, que debía ser un señor árabe muy rico y famoso y que, seguro, debía consumir mucha Coca-Cola.

Hemos pasado por señoras tales como María, Salomé, Macarena, Gloria, María Isabel… Sin saber siquiera quiénes eran tan famosas féminas. Nos han explicado lo complicado que resulta hacer el amor en un Simca 1.000, nos han chillado que sólo se vive una vez (aún nos preguntamos cómo llegaron a esa conclusión), nos han aclarado que en Madrid no hay playa (muchas gracias, chicos de The Refrescos, por tratarnos como auténticos/as zoquetes/as), nos han relatado lo que se siente al colarse en una fiesta, y nos han contado, entre cuchíbiris y cuchíbiris, lo estupendísimo que es comerse un arroz con bacalao (en lo “arto” del pueblo, que mañana es domingo) al más puro estilo Sarandonga. ¿¿¿Perdona??? Seguro que después de este pequeño resumen, podríamos hacernos una pregunta. ¿Por quién nos toman los compositores de las canciones de verano? Pensar es gratis, pero si viene alguien a darte estas rotundas e inteligentes afirmaciones… ¿Para qué vamos a pensar, para cortarnos las venas?




En verano, parece ser también que a los artistas (por llamarles de alguna manera) les gusta pedir a la policía que detengan a chicas, aunque luego vienen otros a tirar una bomba y no pasa nada y, lo peor, es que algunas se atreven, tranquilamente, a insultarnos con palabras tales como Aserejé (ten por seguro que, en algún momento de ese estribillo, se están cagando en la p*** madre de alguien). En nuestro adorado verano, somos capaces de bailar algo cercano a “Numa Numa Yei” como si no hubiera mañana (si, vale, en España tenemos nuestra propia versión, el "Pluma Pluma Gay"). Y si, admitámoslo. Poco importa que en casa escuchemos el folk pausado de Bon Iver, seamos fans de Damian Lazarus y su electrónica inteligente, perdamos los papeles con el cuatro por cuatro de The Gossip o nos emocionemos con un quejío profundo de Camarón. Entre junio y septiembre, siempre acabamos dándolo todo con las canciones más estúpidas. ¿El post-modernismo nos ha llevado a esto?

Aún así, debemos reconocer que nos encantan nuestras cenas remember con Sandra, Lorena, Amparo y Almudena, en que mientras unos preparan la cena y los mojitos, los otros se encargan de recopilar en una playlist la banda sonora de la noche. Y nos encanta estar de vacaciones en un chiringuito, con unas cuantas copas de más, bailando descalzos a la luz de la luna hasta las tantas de la madrugada. Mediterráneamente... ¡Que viva la Canción del Verano!

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